Doña sabiduria

-I-

Doña Sabiduría un día

con alta y sonora voz

decide ir a las calles

a dar una explicación.

Clamó a todos reunidos

en la plaza de la ciudad

y dijo a las multitudes

Por la calle principal:

“¿Por qué todos aman tanto

lo que les trae calamidad?

Desechen la ignorancia,

la burla y mediocridad.

Les invito a recibir

el consejo que hoy ofrezco,

no guardare secretos,

mis tesoros hoy les revelo.

de simples, burlones y necios

podrán ser transformados

a entendidos y sabios:

personas de discernimiento.”

-II-

Doña Sabiduría un día

con alta y sonora voz

decide ir a las calles

a dar de su erudición:

A menudo llamo a muchos

Pero no me quieren oír

No prestan atención alguna

¿Se sienten muy bien así?

Aquí menciono a algunos:

Simple, cómodo en ignorancia,

Burlón, disfruta el desdén,

y el más estúpido de todos,

Necio odia todo saber.

Gran peligro acarrea

vivir de tan mala manera

no rechacen mi consejo

¡atiendan mis advertencias!

Teman a Dios, amen conocer

Cosecharan el fruto amargo

De vivir por su parecer.

 -III-

Cansados de Sabiduría

cada cual a sus asuntos fue

cuando de repente anuncian

cosas de gran interés:

“seguro mañana en la tarde

harán su entrada triunfal

el torbellino Desastre

y la tormenta Calamidad”.

Gritan todos por ayuda

nadie responde al clamor,

retumba la risa burlona

de Sabiduría, que nadie escucho:

“Llame y no vinieron,

tendí la mano no hicieron caso,

di corrección que fue rechazada

di consejo y atención no prestaron

me burlo de Burlón y Simple

ignoro al despreciable Necio

ahora buscan mi ayuda 

pagaran caro por su desprecio.”

-IV-

Doña Sabiduría un día

resuelta silencia su voz

nadie le escucha en las calles

el tiempo ya se agotó.

La que brindaba ayuda 

no ofrece amonestación

decide cerrar su boca

también su corazón.

Su mano extendida

no da a nadie ayuda 

sus dos oídos sordos 

ante tan gran  clamor.

Comerán y se hastiarán

de venenoso consejo,

en lugar de prosperidad

la ruina todos hallaran.

Tal es la senda a la muerte

del que ignora la voz de Dios

pero el que atiende vive tranquilo

libra su alma de la perdición.

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