La hormiga y la ardilla

Muy de mañana, la hormiga se levanta motivada, por el deseo de vivir y el tierno apego que siente por sus semejantes. Sus solo 3 milímetros de tamaño le eran suficientes para echar sobre si cualquier carga ligera o pesada que útil fuera para almacenar. Comiendo semilla y algo de dulce en el camino de su trabajo, no paraba de cumplir alegre y militarmente su instintivo deber. Nadie le señala sus labores, y en el tiempo de mayor calor almacena granos que sus hermanas previamente han limpiado.

Son un equipo eficiente de trabajadoras. Un verano, particularmente caluroso, una ardilla, cuya cueva no estaba muy distante, observa curiosa, como diariamente las hormigas transportan su carga de alimento, exponen una parte al sol, lo vuelven a guardar luego de secarse, ciclo que repiten “automáticamente” día tras día. En una ocasión la ardilla estupefacta pensó que esto era el colmo, cuando mirando lo que no puede creer, es testigo de cómo las diminutas laboriosas extraen granos que germinaron dentro del hormiguero, los dejan crecer fuera y aprovechan el fruto que nuevamente vuelven a guardar. Pensó resuelta que ya era el momento de hablar con ellas y enseñarles de su práctica sabiduría, a la comandante dijo así: Pequeña y frágil amiga, que lástima que afanes así, repites el mismo ciclo: cargas y almacenas sin fin. Este hermoso verano, exploraré este hermoso bosque, te aconsejo que un poco descanses, no es bueno que te agotes.

La ardilla sabia que la hormiga no le haría caso, (ni le miro, sin reducir su paso, seguía marchando), por lo que luego de pronunciar su breve y pobre consejo, siguió disfrutando tan agradable temporada del año. Con breves siestas alternaba sus paseos y meriendas en lo que podía calificar como el mejor tiempo de su vida. Cuando de repente azotan los fríos vientos de invierno y viendo la ardilla que las hormigas destacan por su ausencia, hace uso de su agilidad y fuerza, intentando desenterrar las semillas que ella cree aún están sembradas. Intenta abastecer rápidamente su guarida, los brotes escasos que encuentra no son suficientes; la desesperación cobra fuerza y cava la “sabía” ardilla en todo el derredor a ver si encuentra con que sobrevivir a los largos meses de fría precariedad. Ya cansada de correr y buscar en vano alrededor de árboles, bajo las rocas, debajo de la tierra y más allá, por fin se detuvo, y con la mirada perdida en el horizonte, considera la belleza del que tal vez sea uno de sus últimos atardeceres.

En su forzada quietud, logra escuchar la vocecita de una hormiga, pequeño insecto del que una vez se burlaba. Le escucha decir pausadamente: Oh, ardilla insensata, qué pena deambular así, repites el mismo ciclo: buscas comida y nada hay para ti. Este invierno implacable, en casa segura estaré. En cambio, tú, con la panza vacía, desechaste el trabajo que te brinde. Quiere cerrar sus oídos, atan dramática verdad, pero no puede. En cambio, a su mente llegar el recuerdo de sus tiempos en comunidad, cuando entre sus congéneres se quejaba de las labores y decía con tono rebelde: “¡Todo yo! Solo a me dan órdenes!”, no veía que los demás sin quejarse cumplían fielmente sus obligaciones. Ya sea que estuviese sola o acompañada, consideraba toda una carga, hasta que un día, secretamente, decide irse lejos de casa- Considero el constante descanso una necesidad, ignoro que la verdadera necesidad era trabajar para guardar el pan. Un poco de sueño, un poco de cabecear, un poco de descanso, así también queda la alacena, con poco almacenado. A la ardilla, no le queda más remedio que aprender laboriosidad por necesidad, si quería subsistir era obligatorio trabajar. Se dio cuenta de que trabajar acompañado es mejor que vivir solo y desconsolado. Moraleja: La pereza no es práctica en ninguna de sus “sabios” argumentos. Siempre llevará a sufrir precariedades.

 

 

Proverbios 6: 9-11. RV(1960) Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.

Nota del mundo animal: La hormiga Messor (Cosechadora), habita el Sahara y el Mediterráneo. Estas recogen semillas que llevan al hormiguero, donde los granos son despellejados por hormigas más grandes. Algunas semillas germinan y se ponen al sol para secarse proveyendo cosechas futuras. A estas hormigas se refiere el texto de Proverbios 6.

 

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