La serpiente con lengua de plata
Camuflada sobre la rama de un árbol, se encontraba una serpiente de pantano, cansada del descanso y con el estómago hace tiempo vacío, decide bajar al solitario riachuelo a esperar con paciencia la próxima y tal vez amena conversación que le traiga su siguiente comida.
Cuando menos lo espera, se aproxima un capibara que incauto se abalanza sediento y sin muchos miramientos, a la orilla del riachuelo a saciar su más urgente necesidad. Con los labios casi tocando el agua, decide dar una miradita a su alrededor y perplejo se queda cuando observa cuán fijos y vivaces ojos se clavan sobre él; con el más rápido reflejo, retrocede varios metros sin decir palabra alguna.
La serpiente, que ve alejarse la comida que tan segura tenía hace unos instantes, decide hacer uso de su más pérfida herramienta.
-Oh querido amigo…bienvenido seas a este salutífero manantial! – exclama la serpiente, guardando prudente distancia.
Camuflada sobre la rama de un árbol, se encontraba una serpiente de pantano, cansada del descanso y con el estómago hace tiempo vacío, decide bajar al solitario riachuelo a esperar con paciencia la próxima y tal vez amena conversación que le traiga su siguiente comida.
Cuando menos lo espera, se aproxima un capibara que incauto se abalanza sediento y sin muchos miramientos, a la orilla del riachuelo a saciar su más urgente necesidad. Con los labios casi tocando el agua, decide dar una miradita a su alrededor y perplejo se queda cuando observa cuán fijos y vivaces ojos se clavan sobre él; con el más rápido reflejo, retrocede varios metros sin decir palabra alguna.
La serpiente, que ve alejarse la comida que tan segura tenía hace unos instantes, decide hacer uso de su más pérfida herramienta.
-Oh querido amigo…bienvenido seas a este salutífero manantial! – exclama la serpiente, guardando prudente distancia.
El capibara, tembloroso y turbado, se mantiene inmóvil…pero le escucha.
La serpiente, con voz segura y muy audible, prosigue con elocuencia:
– Se han reservado las mejores plantas para la alimentación de animales tan robustos como tu- esta vez, avanza de manera casi imperceptible.
El capibara, ciego de hambre y sed, intenta razonar lo cierto de lo que se le argumenta.
– ¡Come libremente, a tus anchas! – exclama la serpiente- Toma lo suficiente de este paraíso del que soy guardián. mi bondad se extiende a ti, oh hermoso e imponente capibara, eres el más imponente de todos los roedores. ¿Quién como tú? ¿Como atreverme a negarte los deleites de este lugar del cual eres merecedor de disfrutar a toda hora, de extremo a extremo? Ve y vuelve cuantas veces quieras. – En este momento la serpiente se retira a la rama del árbol.
El capibara sorprendido y casi sin poder creerlo, come rápida y vorazmente; con nerviosismo disimulado, agradece al animal que le prodiga el alimento que desesperadamente necesita.
Una y otra vez, vuelve al riachuelo, haciendo caso a la serpiente. En medio de los continuos elogios y grandes bocados de hierba fresca, sin darse cuenta se ha familiarizado con aquel misterioso animal, que cada día (no desde la rama del árbol) se acerca a él un poco más.
Un soleado y hermoso día, la serpiente, que, aguardando el momento oportuno, le propone al capibara traer a su camada de cinco crías para que se refrescasen en riachuelo y probasen un bocado de deliciosa hierba.
-Querido amigo – dice la serpiente retorciéndose de hambre – has sido sabio al hacer caso a mi generosidad; eres valiente, fuerte, inteligente y por eso eres merecedor de que comparta mi paraíso, no solo contigo, sino también con los tuyos… trae a tu familia, ¡no te arrepentirás! Serás el más fuerte de tu clase, con esta diaria, nutritiva y abundante provisiones que te he otorgado.
El simple del capibara puso su confianza en las palabras zalameras de la serpiente, pero mientras entusiasta buscaba a sus crías, no se percató de que su misterioso «amigo» se sumergía rápidamente en el agua para cavar una fosa profunda no muy lejos del gran roedor. La fosa preparada por la astuta serpiente recibió una a una, cada cría engordada del gran roedor. Cuando el capibara levanta la cabeza, con la boca repleta de hojas, no ve a ninguno de los hijos con los que había llegado al rio, sino que se encuentra muy cerca de una serpiente voraz que se abalanza a él con fiera resolución. Enroscado y casi ahogado por la serpiente, exclama:
– Como hice caso a tus mentiras!!
A lo que con burlona risa responde la serpiente:
Es fácil engañar
al que padece necesidad,
por comida y demás
elogios no faltarán.
El disimulo me ayudará
mi objetivo alcanzar,
de destruir y tragar
quien ignore mi maldad.
Todos aquí conocen
mi fama de falsa y voraz
por eso este riachuelo,
solitario siempre será.
Como no te percataste
de tan clara realidad
de tontos como tú
me habré de alimentar.
Todos a lo lejos se lamentaron de lo sucedido, un animal más que escuchó los falsos halagos de la serpiente con lengua de plata.
Nota del mundo animal: la serpiente de pantano se alimenta de ciertos mamíferos como capibaras. Su técnica de caza consiste en esperar al acecho el acercamiento de alguna víctima. vive sumergida en el agua.
Nota bíblica: Proverbios 26.23-28. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo intimo alberga pérfida. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. La lengua mentirosa odia a sus víctimas, la boca lisonjera lleva a la ruina.
Reflexión: Siempre duda de los halagos desproporcionados.