David y Goliat
Aprenderemos uno de los pilares más importantes de la fe cristiana: la confianza en Dios. De principio a fin, prestemos atención para encontrar a Dios obrando, de modo que nuestra confianza en él sea fortalecida. Pero, que es la confianza? Creer en alguien! Así de sencillo, es tener una perspectiva positiva de que una persona (en este caso Dios) finalmente obrará a nuestro favor, y se cumplirá, sin importar las circunstancias que nos rodeen. A quien le atraen los combates entre mundos, reinos, imperios, civilizaciones… muchas veces siendo televisados alimentan nuestras fantasías, vivimos los personajes y nos emocionamos al pensar que estamos del bando ganador, no? Pues la lección de hoy es la narración de una batalla, un combate entre representantes, de la vida real! Y comienza así, cíñete las armas, aprópiate de la actitud de un guerrero y vamos a pelear!
Hace 1,100 años A.C., dos naciones archienemigas se enfrentan: por un lado los filisteos, ubicados al suroeste de Israel, organizados en cinco ciudades cubriendo la zona costera camino a Egipto, para aquel entonces contaban con el monopolio de la fabricación de hierro con fines armamentísticos; tierra de gigantes y adoración de dioses falsos como Dagon, Baal, Astarte. Por otro lado está la nación de Israel con una monarquía joven, representada por Saul, un rey ya desechado y temeroso, pero el pueblo escogido por el Dios verdadero.
Ambos pueblos habituados al enfrentamiento regular, en esta ocasión se reúnen en Soco de Juda, cada ejercito con sus mejores combatientes ocupa una colina y en el medio queda un valle, el valle de Ela.
Pero, aquí viene el desafío, en el bando filisteo había un hombre, nada mas se llamaba Goliat (el que peregrina), si, cuantos como el andan por ahí merodeando y buscando donde encontrar pleitos y riñas, este hombre media casi tres metros de altura, venia listo para pelear, un profesional, experto en guerra desde su juventud. Traía un casco de bronce, una malla en su pecho de 125 libras, placas de bronce en sus piernas y una lanza (jabalina) de bronce cuya punta de hierro era de 15 libras, imaginen como podía quedar aquel sobre quien se clavará esa punta. Estaba completamente protegido, luce invencible y para hacerlo lucir más irresistible, se hace acompañar de un escudero el cual carga con el resto de su armadura. Con confianza desvergonzada y burla sarcástica se para frente al ejército de Israel, se hace silencio y escupe desafiante lo siguiente: Yo soy filisteo! (seguro de si se identifica como ciudadano de una nación verdadera y de más alto nivel). Ustedes, siervos de Saul (ya abra corrido la fama de inestable de este rey).
No salgan todos, manden solo uno, y si me vence seremos sus esclavos, si yo le venzo, serán ustedes en cambio nuestros esclavos. Parece justo, no? Pero quien se enfrentaría a esta mole de carne cubierta de hierro hasta la coronilla? Mañana y tarde se repite este clamor, durante 40 días.
Pero surge un representante del bando de Israel. Dios usa las cosas pequeñas de las más pequeñas para mostrar la gloria de su poder.
Un ancianito del poblado de Belén tiene siete hijos, probablemente guerreros, pero un octavo, el menor, se encarga de cuidar las escasas ovejas que este hombre tiene en el desierto. Este muchacho se llama David, valiente, prudente, temeroso de Dios. A este su padre le encarga la misión de saber de sus hermanos que se encuentran en el campo de batalla. El joven obedece las ordenes de su padre y justo llegando se encuentra con este gigante vomitando insultos a un ejército desmoralizado.
Pero, como reacciona la fe que vence?
- Empequeñeció al gigante. David de inmediato pregunta al primer grupo de soldados con los que se encuentra, quien se cree este extranjero que ha desafiado a los escuadrones del dios viviente? Los gigantes de las dificultades que enfrentamos en la vida debemos medirlos con la escala que lo compare con el Dios portentoso que esta de nuestro lado. Pues Goliat ante los ojos de David no luce tan grande como parece.
- Se aleja de lo que pueda desanimarle. El hermano mayor de David le escucha hablar con valentía en contra del gigante, se enoja mucho con él y lo insulta. Hizo caso David? Con humildad se retiró del pero no retrocedió. Con el panorama que había encontrado sabía que estaba en sus manos poner fin a este conflicto aparentemente desigual. No dejes que los aires adversos te desanimen, muchos pueden oponerse y verte malintencionado, no pierdas de vista el objetivo.
- Donde había dudas y desaliento sembró esperanza. David se dirige a otro grupo de soldados los cuales le comentan la misma penosa situación pero todos perciben su deseo de afrontar el reto lo cual llego a oídos del rey. David seguro más que de sí mismo, sino del Dios que sirve, con plena seguridad dice: no se preocupe su majestad, yo peleare contra el filisteo.
- Una fe que vence no olvida los beneficios recibidos en el pasado. Aunque obvio, el temor del rey paralizo a todo el ejercito durante cuarenta días, también expreso desaliento y reparo en la inexperiencia y juventud de este pastor. David le recordó las veces que Dios le libro del león, del oso y también le libraría de esta fiera humana. Alma mía, no olvides ninguno de los beneficios recibidos de parte de Dios! Como hizo cruzar al pueblo el mar rojo luego de la vergonzosa derrota del imperio egipcio, como les libro de Amalec, de Sehon, Og y de todos los reyes cananeos, de los mismos filisteos, son cosas que un siervo de Dios confiado como David no debe olvidar.
- Se despoja de las armas inútiles. Al ver la confianza que irradiaba David, el rey accede a dejarle pelear y le viste sus propias armas de guerra. David no pudo caminar con ellas, nunca había practicado con tal indumentaria y no dudo apartarlas de sí. Cuantas veces queremos recurrir a nuestra astucia para resolver las dificultades que se nos presentan en la vida. El proverbista señala: fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia, reconócelo en todos tus caminos y el enderezara tus veredas.
- Utiliza las armas efectivas. David hizo lo que sabía hacer y uso las armas con las que Dios siempre le había librado. Tomo su cayado y se escoge piedras lisas del arroyo, cinco y las puso en su saco pastoral, tomo su honda en la mano y listo para enfrentar al filisteo.
Cuáles son nuestras armas hoy? El enemigo no es humano, es contra poderes del mundo oscuro, contra fuerzas malignas espirituales del cielo. Pues entonces nuestra armadura debe provenir de Dios, tan sencillas lucen como las cinco piedras que escogió David pero tan efectivas como el aplastante resultado que consiguió. Vistámonos de la verdad, no la vendamos, usemos ese cinturón bien apretado, usemos la justicia, protegera tu corazón, desplázate donde quieras pregonando el evangelio de paz, sus dichos en nuestra boca son poder de Dios. La oración es nuestra actitud de alerta, postura de vigilancia. Porque las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas. Estas son las armas efectivas, ayer y hoy.
- La fe que vence da la gloria a Dios. El filisteo por fin recibe respuesta a su clamor de lucha. Se acerca un contrincante y observa un menudo jovencito con desprecio y profirió maldición contra él. Maldiciones que no son llevadas a cabo por dioses que no existen. Le ofrece su carne a las aves del cielo y le invita a aproximarse a él. David no se acercó sigilosamente si no que corrió a la línea de batalla habiendo dado antes la gloria a Dios de esa batalla de la siguiente manera. Tu vienes contra mí con espada y jabalina más yo vengo contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel a quien tú has provocado. Jehová te entregará en mi mano y yo te venceré y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con lanza y con espada porque de Jehová es la batalla y él os entregara en nuestras manos. David solo saco una piedra, la coloco en su honda y el tiro fue certero, Dios guio la trayectoria y aceleración de esa piedra que como bala quedo clavada en su frente hiriéndole de muerte y luego David lo remata cortándole la cabeza y exhibiéndola públicamente, la presenta al rey. David expresa en el salmo 9.10 “en ti confiaran los que conocen tu nombre, por cuanto tu oh, Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.” Si David pudo vencer aquel gigante, que desafíos no podremos afrontar si tenemos al espíritu de poder, la gracia de Dios y las promesas y declaraciones de la victoria sobre el mal de un Dios amoroso que envió a su único hijo a morir por nuestros pecados, despojando a los principados de maldad de su autoridad, exhibiéndolos públicamente y triunfando sobre ellos en la cruz.Confiemos en Dios, sus promesas son fieles, verdaderas, se cumplirán. Él es mayor que cualquiera que se nos pueda oponer. Confiemos en él, en obediencia a su palabra y él nos dará la victoria.