El Desperdicio

Una mirada más profunda

En un rincón apartado de la vasta sabana, dos rinocerontes avistaron una rama frondosa, llena de hojas frescas y tentadoras. Para ellos, esa rama representaba un verdadero tesoro, una bendición en medio de su rutina diaria. Sin embargo, en lugar de compartirla y disfrutar juntos del banquete que Dios había provisto, los rinocerontes se enzarzaron en una feroz disputa. Cada uno quería la rama para sí mismo, olvidando que había suficiente para ambos.

Esta fábula nos invita a reflexionar sobre cómo, muchas veces, nos dejamos llevar por el deseo de poseer y controlar, olvidando el verdadero propósito de las bendiciones que recibimos. Al igual que los rinocerontes, podemos ser cegados por la codicia y el ansia de poder, pensando más en acumular que en usar sabiamente lo que se nos ha dado.

La historia toma un giro irónico cuando descubrimos que la rama no era más que un remanente de un cargamento de provisiones para la ciudad. Lo que para unos podría ser simplemente un sobrante, para los rinocerontes se convirtió en un símbolo de poder y control. Pero en su lucha por poseerla, perdieron de vista su verdadero valor.

Al final, el rinoceronte más fuerte gana la rama, pero no la usa como se esperaba. En lugar de alimentarse, decide guardarla y exponerla al sol, día tras día. Las hojas, una vez verdes y llenas de vida, comienzan a marchitarse y caer, convirtiéndose en basura. Este acto refleja un profundo orgullo y una falta de entendimiento. ¿De qué sirve tener un tesoro si no se utiliza para el bien?

El rinoceronte que perdió, observando desde la distancia, no pudo evitar burlarse: «Yo quería la rama para lo que era, para comerla. Pero tú, en tu orgullo, la has guardado y permitido que se marchite. Lo que era un regalo se ha convertido en desperdicio».

Esta fábula es un recordatorio de que las bendiciones y recursos que Dios nos da deben ser utilizados sabiamente. No se trata de acumular sin propósito, sino de valorar y emplear lo que tenemos para cumplir su verdadero propósito. Es una advertencia contra la codicia y el orgullo, y un llamado a reconocer y aprovechar las oportunidades que se nos presentan antes de que se pierdan irremediablemente. Así como los rinocerontes aprendieron una valiosa lección, también nosotros debemos recordar que las bendiciones compartidas se multiplican, y que el verdadero tesoro no está en lo que poseemos, sino en cómo lo usamos.

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